y con ella también la concesión del ferrocarril de Sotiel al cuervo.
Aquí, por donde hoy camino, y donde las rocas en las cimas de escarpadas montañas contrastan con el azul del cielo y con el sereno y placido correr de las aguas del Río Odiel que parecen estar teñidas de sangre,
y allá abajo, donde las doradas y rubias arenas descansan en pequeñas ensenadas,
y haciéndoles compañía a ellas los cantos rodados de mil y una formas, colores y tonalidades, hacen de estos vellos paisajes únicos, pasando unas veces de selenitas al de un edén,
de llanuras a las mas altas cimas, y que dudo que los mas afamados pintores seria incapaces de plasmar en un lienzo.